Todos hemos pasado por un momento en el que vamos como pollo sin cabeza.
Donde creemos que “todo el mundo es mi cliente”, que “puedo venderle a todo el mundo” o que “a todo el mundo le interesa mi producto o servicio” … hasta que llega la cruda realidad.
Esa realidad que te pone los pies en el suelo y que te hace entender tu error.
Ahí despiertas.
Ahí, justo en ese momento, descubres las consecuencias de esas creencias.
Ojalá alguien me hubiese hablado de esto cuando empecé.
Hoy te cuento cuatro consecuencias que tardé años en descubrir.
¿Se te ocurre alguna más?.
Un abrazo,
Felipe